Por Juan Francisco Molineros Córdova
Dos grandes conceptos que giran
en torno a un eje concéntrico contradictorio para nuestros pueblos: la
descolonización, como objeto primordial de la filosofía en la praxis
latinoamericana.
El liberalismo, en su más
sencilla expresión y conceptuación puede entenderse como ese carácter de libertad estructural que, según creo,
todo ser humano busca, no sin establecer regulaciones claras para una
convivencia mínima, es decir, con leyes que todos respeten. Sin embargo, no es
un movimiento que haya surgido en nuestros pueblos al igual que el
Neoliberalismo[1].
El liberalismo, según comprendo es esa búsqueda constante de las libertades individuales que desde Europa
ya se matizaban como una libertad de tantas estructuras que oprimían o muchas
veces hasta asfixiaban la libre acción individual, digamos pues, el
gobierno/monarquía e incluso la Iglesia.
Con lo anterior entonces, se creó
una base doctrinal para lo que entenderemos como Neoliberalismo. Un Neoliberalismo ya no en vistas de las libertades
del individuo sino ya involucrando el mercado, un mercado que quiere hacerse
“libre” de una forma nueva, incluso con los riesgos propios de nuestro contexto
muy violentado. Ciertamente como el
anterior –Liberalismo– “no tuvo origen
en América Latina[2]”,
pero sí generó una perspectiva histórica que ha marcado el desarrollo de
nuestros pueblos, porque al igual que el positivismo, esta tendencia fue
importada acríticamente. Y tal como manifestaba ya en un anterior ensayo,
nuestra realidad no corresponde a la
realidad en la cual surgieron ambas tendencias, pues en Latinoamérica estamos
imbuidos en una realidad de pobreza, opresión, violencia y narcotráfico
consecuencia directa o indirecta de estos movimientos de corte europeo
primermundista.
El Neoliberalismo propone un
“libre mercado” en donde todos deberían tener
las mismas capacidades y oportunidades, en donde el mercado es sujeto de la
liberación del poder Estatal y con ello, involucra indiscriminadamente todos
los factores de producción en un sistema de progreso y realización económica.
¡Mentira!, la praxis logra el fin que se plantea, pero con todo un
planteamiento maquiavélico: “El fin justifica los medios”, y en América Latina
es lo que genera los nuevos estados de colonización
intranacionales. Aquí es donde quisiera hacer el primer matiz respecto al texto
de Nelson Maldonado y su giro descolonizador[3].
Porque ya no debemos entender la descolonización
como el mero acto de ser independientes –dirá Maldonado–, sino en efecto ser
libres en el carácter individual/personal e interdependientes[4]
en la perspectiva de la mundialización,
no entendida como una globalización que responde al capitalismo y al
consumismo, sino como nuevo sistema de valores enfocado a combatir desde
nuestra realidad la creciente ambivalencia[5]
que hace a los ricos más ricos y a los pobres una civilización en proceso de
exterminio, fruto del crecimiento desigual[6].
¡Descolonicémonos! Este es el
reto de América Latina, pero un reto rayando en la utopía, porque es necesario
superar estructuras e ideologías que son las nuevas formas de colonización y
opresión para nuestros pueblos. Hubo revoluciones en nuestros pueblos que
intentaron repensarnos, reestructurarnos, ponernos en marcha, pero lamentablemente
quedaron en eso: una idea Revolucionaria que sólo es un evento que recordamos
en tal fecha como el momento de un cambio pero que no genera una interpelación
y un compromiso de liberación.
La hegemonía es un término muy
afortunado para hacer referencia a este movimiento propio del Siglo XIX, sobre
todo por la defensa tenaz de la propiedad privada, del derecho
individual/individualismo y el crecimiento del mercado como forma de progreso de los pueblos.
Ese individualismo es el que
genera sobre todo el capitalismo salvaje
–permítaseme usar ese término de la Doctrina Social de la Iglesia–, en
donde hoy América Latina ya no es colonia española, ni algún otro país es
colonia europea, sino somos todos la nueva colonia
del sistema económico de occidente y su mayor representante, los Estados
Unidos de Norte América, puesto que con esta tensión económica y sus intentos
por establecer una libre competencia de mercado, nos involucran en un sistema
que nos arrastra y nos empobrece, y es ahí donde quedamos imposibilitados en progresar ya que nuestras condiciones ya
vulneradas son completamente sometidas al capital extranjero y a sus decisiones
especulativas.
El giro descolonizador supondría entonces una
interdependencia de naciones, interdependencia del ente social con todo y sus
estratos arbitrarios en la distribución de riqueza, más o menos en la
perspectiva de la interdependencia de las ciencias que propone Dilthey[7]
en la conceptuación de la realidad histórica-social en las ciencias del
espíritu y su carácter de totalización en
función de lograr integrar las acciones tanto internas y las externas del ser
histórico y su liberación. Esta interdependencia que lograría la integración
básica para un mercado propositivo e incluyente, que maneje los marcos
referenciales propios de nuestra realidad y no los marcos teóricos de Europa,
que de más está decir no son los nuestros.
Nuestra verdadera descolonización
será fruto de una propuesta ética, como la de Dussel, en donde el vértice de
liberación se da en el “otro”, este “otro” que es pobre y es víctima, y desde
ahí la ética reconstruye una realidad desde las víctimas de los sistemas
opresores.
Liberalismo, Neoliberalismo y
Descolonización. Tres perspectivas de libertad, dos pensadas en una realidad
contextual de progreso, una –la última– pensada en una realidad que apenas
busca sobrevivir, porque sus condiciones no le permiten ya pensar en un
progreso, sino más bien en su continua búsqueda de liberación. Una verdadera
liberación del colonialismo ya permanente en nuestras tierras desde hace más de
cinco siglos.
[1]
Cf. Texto Neo y Liberalismo. Pág. 261.
[2]
Ibíd.
[3]
Maldonado, N. “Pensamiento filosófico del giro “descolonizador”
[4]
Ibíd. Pág. 686
[5]
Cf. Pablo PP VI (1967) “Populorum
Progressio” -
[6]
Maldonado, N. Ibídem. Pág 262.
[7] Dilthey,
W (1980) “Introducción a las ciencias del espíritu” Madrid: Alianza.
Melvin:
ResponderEliminar“El Neoliberalismo propone un “libre mercado” en donde todos deberían tener las mismas capacidades y oportunidades, en donde el mercado es sujeto de la liberación del poder Estatal y con ello, involucra indiscriminadamente todos los factores de producción en un sistema de progreso y realización económica. ¡Mentira!, la praxis logra el fin que se plantea, pero con todo un planteamiento maquiavélico” (ensayo de Molineros)
Molineros hace ver una gran realidad, ya que el neoliberalismo propone y promete una economía basta, esta economía neoliberal promete un progreso de los países pobres. Pero en realidad vemos a una Latinoamérica empobrecida a excepción de algunos pocos países. Vemos a una Guatemala que ha entrado en esta línea comercial, pero realmente Guatemala ha aumentado su economía pro no tanto como la que promete el comerciante neoliberal. Mi pregunta es si Guatemala no ha sabido explotar sus recursos productivos para aumentar su economía, o a lo que llama neoliberal es otra cosa. Lo anterior lo digo, porque, si vemos la realidad de Guatemala y otros países de Latinoamérica no han alcanzado el desarrollo económico que promete el neoliberal.
El fin principal de la descolonizacion, es la liberación, la libertad de quien (de Europa), lamentablemente, a pesar que ya ocurrio una aparente descolonizacion, aun vivimos en un eurocentrismo, ya que la mayor parte de pensamientos, tanto politicos, religiosos y otros, vienen de Europa.
ResponderEliminarComo nos dice el texto del neoliberalismo, una forma de protesta en contra de esta corriente es el mercado informal, el cual, es un fenómeno común en nuestro país, consecuencia del "libre mercado"
Pero ¿que es libre mercado? acaso sera la explotación de todo hombre, y viendo esta triste realidad, son obligados a crear su propias fuentes de ingresos economicos. ¿Que hacer ante esta realidad?