lunes, 29 de octubre de 2012

El neoliberalismo y la necesidad del giro descolonizador

Luis René Sandoval

El neoliberalismo latinoamericano, en especial el guatemalteco, ha planteado temas importantes que son filosóficos en su base y que también influyen directamente en la cultura. Grandes instituciones como la universidad Francisco Marroquín y el CACIF son resultados concretos de la práctica del neoliberalismo en nuestro país. Estos son ejemplos del monstruo mundial en que se ha convertido y que ha dominado la mayor parte del pensamiento occidental.

Este pensamiento critica aspectos centrales de la democracia, el crecimiento del Estado como ente regulador y la planificación de la economía, ya que pretenden una sociedad económica y política que permite el libre comercio y la “igualdad” entre todos los comerciantes (pequeña, mediana y gran empresa). Pensadores como Fontaine Alunate consideran que el sistema neoliberal “abre las posibilidades de aplicar la teoría económica a la conducta humana no comercial, incluso a la que se relaciona con bienes no pecuniarios” argumentando la pretensión de una antropología en donde se exalte el valor de la “libertad” individual. Al pretender sistematizar la libertad individual, ya no se está pensando en una filosofía individual sino colectiva, aplicable a la sociedad. Este es una de las ironías del neoliberalismo práctico.

La descentralización de los poderes del estado y de las decisiones económicas son la concreción de pensamientos como los de James Buchanan y Gordon Tullock que tomaron como base la “teoría de las decisiones públicas”, de Kenneth Arrow y que sostiene que todos los comportamientos humanos son esencialmente racionales y que los mecanismos de decisión en las sociedades queden a cargo de los individuos y brinde libertad a estos. Estos gobiernos descentralizados están pensados para aprovechar las ventajas del sistema de mercado mundial. Este aprovechamiento de las ventajas viene acompañado de la creación de sociedades anónimas e impersonales que no están sujetas a las decisiones burocráticas del estado pero si regulados por la oferta y la demanda y por organizaciones como el CACIF en nuestro país, que impone una serie de incentivos, sanciones y controles a sus asociados.

El neoliberalismo, a pesar de ser un orden sociopolítico y económico, con filosofía propia y antropología clara, a lo largo del mundo es sentido de formas completamente distintas.  En nuestro país y en general en Latinoamérica se ha manifestado como un sistema económico que tiene sus bases de pensamiento en exponentes como Manuel Francisco Ayau Cordón, “El Musso”, fundador de la universidad Francisco Marroquín, que a pesar de no crear un pensamiento propio, concretizaron e impulsaron iniciativas como los tratados de libre comercio, las teorías de libre mercado y el “impulso” a la pequeña y mediana empresa. Dicho sea de paso, como pensamiento idealista pareciera traer muchos beneficios para todos.

Promover la igualdad y la libertad de comercio, en teoría, suena muy bueno. En la práctica vemos que las grandes empresas multinacionales se comen a las pequeñas y tienen competencia, ya sea leal o desleal, pero implica que los pequeños productores que pretendan exportar se enfrentarán a monstruos neoliberales y los más beneficiados siempre serán los que tengan las mayores herramientas y el mayor capital para poder invertir.

Como ya decía antes, en Latinoamérica el neoliberalismo ha cuajado como una propuesta eminentemente económica o economicista en las que no existen espacios para reflexionar en temas como la inflación, la inversión del presupuesto público en invitación a empresas extranjeras, como está pasando con la minería actualmente, el crecimiento del ingreso y su mala distribución, la estabilización o inestabilización de los preciso por el lucro desmedido. Estas son situaciones poco pensadas filosóficamente y muy tratadas socialmente que siempre afectan a los más pobres y a los más necesitados.  

La economía de mercado que avanza a pasos agigantados en nuestro países, exige cada vez más políticas de libre comercio y aunque los pequeños empresarios han reivindicado el derecho a la empresa, esos habitantes, se encuentran generalmente barrios populares y que muchas veces invaden espacios públicos, como los vendedores ambulantes que, al margen de la ley y el derecho al libre contrato, comercian tratando de no ser comidos por los efectos del neoliberalismo imperante. Para pensadores como Gher, este auge de los vendedores ambulantes en Latinoamérica es una nueva “revolución industrial” después de la europea.

Algunos personajes de nuestra Latinoamérica como Hugo Chávez y el régimen cubano no hablan hoy fuertemente de una lucha en contra de este pensamiento neoliberal y de nueva colonización moderna de las grandes empresas. Esta nueva colonización se ha dado paulatinamente en nuestros países con la bandera de “libertad”.
El pensamiento descolonizador es un tema fuerte actualmente en distintas partes del planeta. En distintos momentos de nuestra historia se ha planteado el pensamiento de la “liberación”, no sólo como filosofía sino incluso como teología. Aún están vivos los ideales de pensadores como Simón Bolívar y José Martí y estos pensadores siguen inspirando a líderes mundiales que ven, con tristeza, los efectos del neoliberalismo y del imperialismo estadounidense imperando en nuestros países.  Los proyectos descolonizadores de liberación son variados ya que pretenden liberar todos los sistemas del racismo, sexismo del que están empapados todos los sistemas de nuestro continente. 

Venezuela y Cuba son espacios en donde actualmente se continúan planteando estos giros descolonizadores por medio de filosofías como la de la liberación, planteando ideas como la emancipación. Estos países plantean el desligarnos de la tutela de países como Estados Unidos que se presentan como los padres, guías y promotores de toda cultura, no sólo económica sino también cultural y educativa. Muchos grupos en nuestro país, tanto de tinte político, económico y empresarial, trabajan con ideales de liberación y presentan una resistencia seria a los deseos de nueva colonización y dominación de grupos oligárquicos que promueven el neoliberalismo en todas las esferas de la sociedad.


Por su parte, José Martí (1853–1895) tiene  especial lugar en las luchas de la liberación latinoamericana hasta el presente, porque se encuentra entre el final de las guerras de la Independencia del comienzo del siglo XIX contra España y el inicio de la confrontación contra el  coloso del Norte, el Imperio americano, ante el cual se cifra en concreto el proceso de lo que él denominará la “Segunda Independencia”. Martí tuvo el genio, y el conocimiento (siendo un gran viajero por Europa, América Latina, el Caribe, y permaneciendo quince años en Estados Unidos: “viví en el monstruo, y le conozco las entrañas”, como un nuevo Jonás), la experiencia de descubrir en plena lucha por  la emancipación de la Cuba colonial, el hecho masivo del nuevo neocolonialismo en el que caían uno tras otro los países latinoamericanos desde México a Argentina.  (Dussel, Enrique. El “giro descolonizador”. P. 9)

Al referirse a Estados Unidos como el monstruo, se refieren al proceso globalizador y a la colonización de las grandes empresas.  Estas grandes empresas se favorecen del pensamiento neoliberal. El permitir el libre comercio entre los países de América ciertamente representa una oportunidad de superación para los comerciantes pero especialmente para aquellas empresas con la capacidad para mantener las importaciones y exportaciones al día y también para aquellas que pueden cumplir con la demanda de productos de otras naciones y pueden ofrecer lo suficiente como para tener los recursos necesarios.  En el caso contrario, las pequeñas empresas son cerradas y declaradas en quiebra porque no pueden mantenerse por la gran demanda.

La gran pobreza y la brecha cada vez más grande entre ricos y pobres son parte de los resultados de la práctica del neoliberalismo. Es necesario un giro descolonizador pero no considero conveniente el utilizar la filosofía de la liberación como motor de este giro ya que la base comunista en la que se maneja solamente logrará la “distribución igualitaria de la pobreza”.

Un camino adecuado para mejorar la situación es educar a las nuevas generaciones con valores como la justicia, igualdad, solidaridad verdadera y la libertad verdadera. Solamente exigiendo estos valores en nuestra sociedad podremos obtener una sociedad más justa y podremos tener iniciativas como las cooperativas formadas por pequeñas empresas.

Todas las estructuras de nuestro país, como el CACIF y otras organizaciones de este tipo, están necesitando del impulso de las nuevas generaciones, es por eso que nosotros debemos influir en los niños y jóvenes de nuestro país para hacerles ver la necesidad de justicia para un país de libertad y de paz.

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