A lo
largo de la historia, hemos estado
inmerso en un sistema social, político, religioso y cultural constituido por un
pensamiento patriarcal o falocéntrico. Pensamiento que de una u otra manera norma
o constituye al sexo femenino (a la mujer), es decir; somos herederos y reproductores de un sistema
que vincula a la mujer como figura de deseo sexual, ama de casa, encargada del
cuido de los niños e inclusive como un ser no pensante, que no tiene ni voz ni
voto en la toma de decisiones importantes.
Considero que en ciertas ocasiones, la
figura y rol de la mujer se ha objetivizado, en otras palabras hemos hecho del
sujeto un objeto. Objeto que no piensa, no siente, y que no tiene mayores
oportunidades simplemente por su condición de ser. Condición, que la obliga a
comportarse de la manera en que se ha normado (sumisa, callada,) si realiza lo
contrario es vista como una amenaza o “alguien fuera de sus casillas”. A sí
mismo, la figura femenina a lo largo la
historia se relaciona con la docilidad, la fragilidad, con la virtud. Es decir,
“mujer virtuosa es la que ama, la que sabe amar, independientemente de la “aprobación”
o el “rechazo” de la sociedad”. (Herrera, pag.127)
Todo ello, también tienes fuertes
implicaciones en la vida práctica de la sociedad, donde la mujer es la figura
de las vallas publicitarias no como personas emprendedoras, sino en su mayoría como atractivo sexual y de
mercado. También, este orden- mundo las posiciona en un espacio donde sus
pensamientos y palabras no son importantes, ya se les considera demasiado “sentimentales
para ser objetivas”. Pero, estos grandes paradigmas y estructuras fueron superados
por Josefa García Granados y Lola Montenegro.
Josefa García y Lola Montenegro, son de esas
mujeres que con coraje y valentía han expresado sus pensamientos, son mujeres
que fueron capaces de criticar de manera objetiva el sistema en el cual vivían
inmersas, sin miedo al qué dirán, fueron “mujeres de armas a tomar” (Toledo, pág.
76), que a través de poemas o publicaciones en los periódicos, expresaron sus ideas y críticas a las
estructuras de la época.
Por lo tanto, considero que con estos dos
personajes dentro del pensamiento latinoamericano y sobre todo en la época que les tocó vivir, son imagen de mujer que realiza una ruptura de los
constructos sociales. Abren una senda para la muestra del protagonismo o liderazgo
que el sexo femenino puede ejercer dentro de los distintos ámbitos sociales.
Bibliografia
Aída
Toledo. Acerca de una autora que se resiste al olvido: Josefa García Granados.
Guillermina
Herrera Peña. El poeta como consagración de lo humano: La utopía de Lola
Montenegro.
Pienso que mujeres y hombres son víctimas de objetivación. Ambos géneros se objetivizan desde el orden social. La mujer como «débil y sumisa» y el hombre como «fuerte y dominante». Las dos formas de vida se determinan desde el orden-mundo. Incluso, mi comentario, se enmarca solamente bajo esta postura binaria hombre-mujer. En este caso, todo está normado por la estructura.
ResponderEliminarCabe resaltar que muchas mujeres se han abierto camino dentro del paradigma patriarcal: cargos públicos, empresarias, humanistas; son algunos ejemplos de áreas de incidencia femenina. Aunque, aún dentro de las «esferas productivas», el modelo «mujer» siempre se evalúa como débil.
Captan mi atención los personajes citados. Estas dos mujeres, en efecto, marcaron diferencia en la concepción de lo femenino. Pero ¿Por qué se recuerda a ellas en concreto? «Ciertamente no pertenecían a las bajas capas sociales» ¿Solo estas mujeres han roto estructuras? ¿Pasar a la historia «femenina» depende del status? Queda el camino abierto para establecer vías, de reflexión y acción, que modifiquen los filtros de concepción de vida que nos han configurado. ¿Continuaremos con el modelo reproductor de objetivación?
Me pregunto si también es objetivización el estereotipo o imperativo del hombre macho... Buenas preguntas al final.
EliminarUn poco general y vago, pero bien.
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