jueves, 26 de julio de 2012

Quiero Hacer Filosofía

Por Luis Urízar


Todo el proceso existencial del ser humano trae como fruto cada minúsculo instante en el que ahora yo existo. Cada palabra que escribo, cada idea que pienso, cada actitud que tomo ante la vida o cada actividad que hago, son el resultado del aprendizaje que, desde antes de mi nacimiento, he llevado. Esto no implica que solamente me deje guiar por esto. Me siento orgulloso de creer en Dios, cuya presencia me motiva a no quedarme únicamente en el ámbito existencial, sino la posibilidad de abrir nuevos horizontes llenos de verdad. Pero sí me enmarca en ciertos parámetros que es difícil, o casi imposible, pasarlos por alto.

Cuando me dispongo a reflexionar sobre ‘filosofía latinoamericana’ sucede que me encuentro con una cadena impresionante de pensamientos, cada uno con su perspectiva propia. Lo irónico es que todos tratan de lo mismo, pero pareciera que no. O tal vez que todos pareciera que tratan de lo mismo, pero en realidad no. En fin, aunque quisiera encontrar un hilo conductor del cuál tomarme para continuarlo, no parece haberlo. Todas esas reflexiones filosóficas latinoamericanas que algún día surgieron están enmarcando mi pensamiento, al igual que el ‘todo’ filosófico lo hace, y mi querer hacer filosofía se pregunta ¿qué y cómo lo hago?

“La filosofía contemporánea presenta, en cierta medida, un panorama que podríamos denominar ‘escolástico’. (…)… el término ‘escolástica’ no designaba originariamente una determinada escuela de filósofos, sino más bien n modo espúreo de filosofar. Y este modo de filosofar si está presente, incluso demasiado presente, en la actualidad.” (El Punto de Partida de la Filosofía. Antonio González, S.J.)

Puede ser que este errando cuando me pregunto sobre el qué y el cómo de la producción de pensamiento filosófico. Tal vez no se trate de preguntarse sobre los objetivos y enredarse con problemáticas que detienen la inspiración intelectual. Más bien podría tratarse de responder a las necesidades profundamente radicales del entorno con el uso correcto de la razón. Lo demás vendrá siendo el estudio de aquellos que han intentado responder a dichas necesidades. Pero el aferrarme a encontrar un camino ya establecido y continuarlo, es esclavizarme, en cierto modo, a un proyecto que no es mío. Y no es que sea erróneo elegir un camino que no es original y auténticamente propio, pero de nada me serviría redundar en lo mismo una y otra vez.

Quiero hacer filosofía responde, desde mi perspectiva, al deseo de crear y proponer algo nuevo. No nuevo como surgido en generación espontánea, sino nuevo en cuanto, fundamentado en un amplio conocimiento, puedo con mi propuesta racional, ayudar a que el ser humano pueda responder de mejor manera a la realidad con la que se enfrenta. En este caso, este mi querer pone su mirada en la ‘filosofía latinoamericana’. ¿Puedo presentar una propuesta nueva para responder a la realidad desde mi contexto ‘latinoamericano’? Esta es la precisamente la tarea.

“…no se trata de enunciar principios que enclaustren la esencia de Latinoamérica en unas formas excluyentes, sino de ejercer la razón, en sus múltiples dimensiones intelectuales, emocionales y estéticas, con el fin de comprender pluralistamente nuestro múltiple mundo cultural e histórico, y desde allí avanzar en una relación constructiva con otras civilizaciones.” (Excurso. Las Fundaciones de la Filosofía Latinoamericana. Leonardo Tovar González)

Estoy de acuerdo con que lo principal, así como lo deduce Leonardo Tovar, es el ‘ejercer la razón’. Porque es la capacidad racional una de las capacidades que nos distingue de los demás seres con que coexistimos. Y es con la herramienta racional con la que el proceso de desarrollo humano ha avanzado. Pero también es cierto que la razón debe ser guiada hacia puntos válidos que nos permitan obtener buenos frutos. En mi anhelo por querer hacer filosofía no puedo alejarme, entonces, de mi contexto existencial: Latinoamérica. Es en ese preciso contexto donde mi pensamiento debería tomar cuerpo y validez. Así, es en el momento actual donde debe integrarse la vivencia racional y empírica del ser humano. Es aquí donde entra en juego la que, a mi parecer, es una magnífica proposición filosófica enunciada por Ignacio Ellacuría: tomar como objeto de la filosofía la ‘realidad histórica’.

“Por ‘realidad histórica’ se entiende la totalidad de la realidad tal como se da unitariamente en su forma cualitativa más alta y esa forma específica de realidad es la historia, donde se nos da no sólo la forma más alta de realidad, sino el campo abierto de las máximas posibilidades de lo real. No la historia simplemente, sino la realidad histórica, lo cual significa que se toma lo histórico como ámbito de lo histórico más que como contenidos históricos y que en ese ámbito la pregunta es por su realidad, por lo que la realidad da de sí y se muestra en él.” (Introducción al objeto de la filosofía. Ignacio Ellacuría)

Por eso reflexionar desde la ‘filosofía Latinoamericana’ no consiste simplemente en estudiar, analizar o intentar comprender lo que sucede en este preciso instante, sino tomar en cuenta también todo lo que ha hecho que lo que sucede ahora, suceda; y cómo esto también repercute y se proyecta en posibilidades ante lo que aún no ha sucedido.

Por tanto, querer hacer filosofía no es una tarea fácil, sobre todo porque no nací en el año cero donde todo podría haber sido novedad y válido para el desarrollo. Nací en un instante histórico con ya mucha tradición pensante impregnada en las venas de la humanidad y no puedo hacer caso omiso de ello. Más bien la propuesta es aprovechar el todo filosófico, integrarlo y guiado bien con la razón, y lanzarlo a la realidad histórica como modo de enfrentar al ser humano con su realidad.

1 comentario:

  1. "¿qué? y ¿como lo hagó?", son preguntas muy importantes para ese "querer hacer filosofía", de igual forma otra pregunta necesaria es un "¿para qué lo hago?". Tomando en cuenta esto se llega a una mayor significación para saber como repercute y se proyecta "en posibilidades ante lo que aún no ha sucedido". Un sugestivo comentario desde su singularidad.

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