viernes, 27 de julio de 2012

¿QUÉ SUPONE EL ACTO DE PENSAR INDUBITABLE?


Antonio Sanic Pérez


“El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza; pero es una caña pensante”. “El pensamiento constituye la grandeza del hombre […] y es allí donde reside su dignidad y grandeza” (Blas Pascal)
                “Cogito ergo sum”: “pienso, luego existo”. (René Descartes)
“Sub specie aeternitatis”: “bajo el ángulo de la eternidad” (todos los pensamientos que se piensan son pensamientos de Dios o de la naturaleza. Porque todo es Uno. Sólo hay un Dios, una naturaleza o una sustancia). (Baruch Spinoza)
“El pensamiento es un instrumento de realización personal, de salvación”. (Blass Pascal)


Antonio Gonzales, S, J. asegura que el auténtico filosofar  confluye naturalmente con el deseo de hacer una filosofía original y con la aspiración de que este filosofar  original sea liberador.  Antonio Gonzales no acepta una filosofía original que sea reflexión y especulación sobre un tema determinado de una cultura de la región. Tampoco considera original una filosofía  sólo por ser sistemas de pensamientos innovadoras o qué se yo de otros nuevos pensamientos descubiertos que tienen un carácter persuasivo. Según mi parecer Antonio Gonzales tampoco adularía a aquéllos que considerándose filósofos hablan panegíricamente en público. El verdadero filósofo no es el que habla con locuacidad frente a un público. Ni el que persuade con su discurso técnico y sutil en su disertación. La técnica de hablar en público es simple y sencillamente una habilidad, capacidad y talento del orador que tiene como fin deleitar el sentimiento y el ánimo del auditorio. Rafael Pantoja dice: “no es obligación del oyente prestar atención: Es obligación del que habla capturar la atención del oyente”. Pero, la filosofía no tiene como punto de partida la persuasión, la habilidad y la aptitud de conmocionar a un público. En esto erraron los sofistas cuando dieron por hecho de que la filosofía consistía en el saber hablar en público con elocuencia. Y que la sabiduría consiste en la habilidad y astucia de refutar con argumentos fuertes y eficaces que vencen los argumentos del opositor. Si nos situamos desde la postura de Antonio Gonzales, censuramos que la filosofía de los sofistas no es liberadora. Ni tampoco la más laudable porque se trata sólo de una enseñanza que ejercita la capacidad y habilidad del neófito que desea ser como su maestro. La filosofía de los sofistas fue una caducación   del pensamiento filosófico. La filosofía no es menester de la astucia. Su punto de partida radical no son las aptitudes. La verdadera filosofía original y el punto de su partida es más que eso, esto es, desde la perspectiva de Antonio G.
 La originalidad filosófica tampoco está en la aprehensión de nuevos conceptos aprendidos durante nuestro proceso de estudio universitario. Filosofía no es aprender, conocer y memorizar teorías de filósofos antiguos, medievales, modernos y contemporáneos. De ser así, compartiríamos y estaríamos de acuerdo con lo que Hegel dijo: “La filosofía es la eterna repetición”, aunque después agrega diciendo “pero no de la misma manera”. Es cierto que no es de la misma manera pero con el simple hecho de quedarnos con sus pensamientos es ya una repetición de pensamientos ya desarrollados por ellos mismos.  Tampoco se puede llamar sólo filósofo al que estudia a filósofos destacados en diferentes épocas de la historia de la filosofía. El punto de partida de la filosofía no está en el inicio del estudio de los filósofos. Lo que se da aquí es solo y sólo de un acercamiento a ellos. Es bueno conocerlos por el gran espíritu de su inteligencia pero nunca quedarse encerrado en sus pensamientos. Si ellos pudieron hacer filosofía desde su entorno contextual por qué nosotros no. Damos por hecho, que la originalidad filosófica no radica en atiborrar la mente de conocimientos. 
Tampoco se trata de enseñar a filosofar como dice Kant, porque el arte de enseñar supone entrenar la mente a utilizar mapas conceptuales, reflexionar sobre cierto tema, analizar y examinar pensamientos dados, comprehender y dilucidar problemas imposibles de resolver, manejar métodos apropiados para saber filosofar, tener técnica para pensar ordenadamente, etc. Pero, no se trata de enseñar filosofía ni de enseñar a filosofar metódicamente. Enseñar a filosofar metódicamente es depender “de” y de esquematizar la mente. Hacer filosofía es otra y no necesariamente como hemos descrito. Ser filósofo no es tener la mente mecánica.
Si el punto de partida de la filosofía no radica en las aptitudes, en estudiar sistemas de pensamientos de filósofos para llenar la mente y ni en la de enseñar a filosofar metódicamente. Y si tampoco la filosofía se trata de nuevos pensamientos, de llenarse la mente de doctrinas filosóficas y ni la de saber desenvolverse frente a un público como los sofistas; entonces, ¿Qué sería filosofía? Y ¿en qué radica su punto de partida?
Según Antonio Gonzales, el punto de partida de la filosofía original radica en el “acto” de pensar indubitable. Antonio dice: “puedo dudar de todo, menos del acto mismo de dudar”. Alguno dirá, entonces, ¿Antonio tiene una cercanía al pensamiento cartesiano del racionalista Descartes? Yo les diría que,  pareciera pero no. Aunque Antonio G. critica a Descartes por el sólo hecho de que el racionalista dijo: “cogito ergo sum”: pienso luego existo”; en realidad, el pensamiento cartesiano a mi juicio sirvió como el camino de la reflexión de Antonio G. para buscar la substancialidad del punto de partida de la filosofía original y perenne. Se podría decir que es Descartes quien puso las bases de la filosofía de él mismo, sólo que con mayor afinidad y explicación agotando los recursos necesarios y propios para hacer refutar al filósofo racionalista. Antonio es de una actitud crítica y cuestionante que pone en evidencia el error de Descartes al afirmar que éste se quedó encerrado en un subjetivismo. Al igual que Blas Pascal, algunos dicen que tiene el mismo pensamiento que Descartes por la semejanza de sus doctrinas, sin embargo, Blas Pascal nunca estuvo de acuerdo con el Racionalista. Ambos discutían y peleaban. Entre ellos siempre hubo una gran diferencia.  Empero, considero que Blas Pascal estuvo muy cerca del punto de partida de la filosofía de Antonio Gonzales. Tal es la afirmación que hace: “El pensamiento es un instrumento de realización personal, de salvación”. Antonio habla de una filosofía original liberadora de muchos prejuicios, mientras que de una u otra manera Blas Pascal afirma que el pensamiento es un instrumento de salvación. Quizás Blas Pascal pudo haber dicho; “el acto mismo de pensar indubitable es un instrumento de realización personal y de salvación liberadora de los prejuicios doctrinales o sistemas filosóficas”. El acto mismo de dudar es el primer signo que nos lleva a la liberación de prejuicios para construir una filosofía original de carácter, como plantea Leonardo Tovar Gonzáles, “auténtica, reflexiva y crítica”.
El punto de partida de la filosofía es la clave para saber filosofar. Como diría A. Gonzales; puedo dudar de todo, menos del acto mismo de dudar”. Estoy de acuerdo con Antonio que no puedo dudar del acto mismo de dudar, pero, ¿dudar sobre qué? Yo dudo, pero no dudo por dudar. El acto de dudar implica un objeto. ¿Cuál sería este objeto?  Nadie permanece en un acto indubitable sin tener un objeto de dubitación. Antonio no resuelve esta interrogación. Por tanto, la respuesta la encontramos en la filosofía de Ellacuría. Ellacuría afirma que el objeto de la filosofía es la “realidad histórica”. Por tanto, si la filosofía original encuentra su punto de partida en el acto de pensar indubitable, entonces, este acto indubitable tiene como objeto la “realidad histórica”. Aunque Antonio Gonzales no esté de acuerdo con esta afirmación. El acto mismo de dudar tiene como objeto la “realidad histórica”. Esta realidad histórica se presenta como algo insoluble y por allí comienza la mirada del “acto mismo de dudar”. El hombre es consciente de su acto de dudar pero también es consciente que este acto de dudar es sobre un objeto. Yo sé que dudo, pero por una razón. Es cierto que el punto de partida de la filosofía radica en el acto mismo de pensar pero este acto mismo de dudar es suscitado por un objeto incognoscible. Este objeto es la razón del acto mismo de dudar.  Este acto de duda supone entonces la liberación de prejuicios y pensamientos apodícticos. Esta liberación sólo es posible desde las tres vertientes fundamentales presentadas por L. Tovar Gonzáles, a saber: autenticidad, reflexión y criticidad. Las tres dimensiones mencionadas hacen a la filosofía librar de todos los prejuicios del que habla el mismo crítico Antonio Gonzáles. Damos por sentado que el punto de partida de la filosofía radica en el acto mismo de dudar. Importando, el “acto mismo de pensar indubitable”, las tres vertientes: “autenticidad, reflexión y criticidad, vinculadas entre sí hacen la verdadera filosofía. Por tanto, el acto mismo de dudar del que no puedo dudar tiene como objeto la “realidad histórica” y desde este objeto, sobre este objeto y en este objeto se juega el papel de la autenticidad, la reflexión y la criticidad que construye y transforma. A esto, llamo yo, la verdadera filosofía.

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