Antonio Sanic Pérez
“El hombre no es más que una caña, la más débil de
la naturaleza; pero es una caña pensante”. “El pensamiento constituye la grandeza
del hombre […] y es allí donde reside su dignidad y grandeza” (Blas Pascal)
“Cogito
ergo sum”: “pienso, luego existo”. (René Descartes)
“Sub specie aeternitatis”: “bajo el ángulo de la
eternidad” (todos los pensamientos que se piensan son pensamientos de Dios o de
la naturaleza. Porque todo es Uno. Sólo hay un Dios, una naturaleza o una
sustancia). (Baruch Spinoza)
“El pensamiento es un instrumento de realización
personal, de salvación”. (Blass Pascal)
Antonio Gonzales, S, J. asegura que el auténtico filosofar confluye naturalmente con el deseo de hacer
una filosofía original y con la aspiración de que este filosofar original sea liberador. Antonio Gonzales no acepta una filosofía
original que sea reflexión y especulación sobre un tema determinado de una
cultura de la región. Tampoco considera original una filosofía sólo por ser sistemas de pensamientos
innovadoras o qué se yo de otros nuevos pensamientos descubiertos que tienen un
carácter persuasivo. Según mi parecer Antonio Gonzales tampoco adularía a
aquéllos que considerándose filósofos hablan panegíricamente en público. El
verdadero filósofo no es el que habla con locuacidad frente a un público. Ni el
que persuade con su discurso técnico y sutil en su disertación. La técnica de
hablar en público es simple y sencillamente una habilidad, capacidad y talento
del orador que tiene como fin deleitar el sentimiento y el ánimo del auditorio.
Rafael Pantoja dice: “no es obligación
del oyente prestar atención: Es obligación del que habla capturar la atención
del oyente”. Pero, la filosofía no tiene como punto de partida la
persuasión, la habilidad y la aptitud de conmocionar a un público. En esto
erraron los sofistas cuando dieron por hecho de que la filosofía consistía en
el saber hablar en público con elocuencia. Y que la sabiduría consiste en la
habilidad y astucia de refutar con argumentos fuertes y eficaces que vencen los
argumentos del opositor. Si nos situamos desde la postura de Antonio Gonzales,
censuramos que la filosofía de los sofistas no es liberadora. Ni tampoco la más
laudable porque se trata sólo de una enseñanza que ejercita la capacidad y
habilidad del neófito que desea ser como su maestro. La filosofía de los
sofistas fue una caducación del
pensamiento filosófico. La filosofía no es menester de la astucia. Su punto de
partida radical no son las aptitudes. La verdadera filosofía original y el
punto de su partida es más que eso, esto es, desde la perspectiva de Antonio G.
La originalidad filosófica tampoco está en la
aprehensión de nuevos conceptos aprendidos durante nuestro proceso de estudio
universitario. Filosofía no es aprender, conocer y memorizar teorías de
filósofos antiguos, medievales, modernos y contemporáneos. De ser así, compartiríamos
y estaríamos de acuerdo con lo que Hegel dijo: “La filosofía es la eterna repetición”, aunque después agrega
diciendo “pero no de la misma manera”. Es
cierto que no es de la misma manera pero con el simple hecho de quedarnos con
sus pensamientos es ya una repetición de pensamientos ya desarrollados por
ellos mismos. Tampoco se puede llamar
sólo filósofo al que estudia a filósofos destacados en diferentes épocas de la
historia de la filosofía. El punto de partida de la filosofía no está en el
inicio del estudio de los filósofos. Lo que se da aquí es solo y sólo de un
acercamiento a ellos. Es bueno conocerlos por el gran espíritu de su
inteligencia pero nunca quedarse encerrado en sus pensamientos. Si ellos
pudieron hacer filosofía desde su entorno contextual por qué nosotros no. Damos
por hecho, que la originalidad filosófica no radica en atiborrar la mente de
conocimientos.
Tampoco se trata de enseñar a
filosofar como dice Kant, porque el arte de enseñar supone entrenar la mente a
utilizar mapas conceptuales, reflexionar sobre cierto tema, analizar y examinar
pensamientos dados, comprehender y dilucidar problemas imposibles de resolver,
manejar métodos apropiados para saber filosofar, tener técnica para pensar
ordenadamente, etc. Pero, no se trata de enseñar filosofía ni de enseñar a
filosofar metódicamente. Enseñar a filosofar metódicamente es depender “de” y
de esquematizar la mente. Hacer filosofía es otra y no necesariamente como
hemos descrito. Ser filósofo no es tener la mente mecánica.
Si el punto de partida de la
filosofía no radica en las aptitudes, en estudiar sistemas de pensamientos de
filósofos para llenar la mente y ni en la de enseñar a filosofar metódicamente.
Y si tampoco la filosofía se trata de nuevos pensamientos, de llenarse la mente
de doctrinas filosóficas y ni la de saber desenvolverse frente a un público
como los sofistas; entonces, ¿Qué sería filosofía? Y ¿en qué radica su punto de
partida?
Según Antonio Gonzales, el punto
de partida de la filosofía original radica en el “acto” de pensar indubitable.
Antonio dice: “puedo dudar de todo, menos
del acto mismo de dudar”. Alguno dirá, entonces, ¿Antonio tiene una
cercanía al pensamiento cartesiano del racionalista Descartes? Yo les diría
que, pareciera pero no. Aunque Antonio
G. critica a Descartes por el sólo hecho de que el racionalista dijo: “cogito ergo sum”: pienso luego existo”; en
realidad, el pensamiento cartesiano a mi juicio sirvió como el camino de la
reflexión de Antonio G. para buscar la substancialidad del punto de partida de
la filosofía original y perenne. Se podría decir que es Descartes quien puso
las bases de la filosofía de él mismo, sólo que con mayor afinidad y explicación
agotando los recursos necesarios y propios para hacer refutar al filósofo
racionalista. Antonio es de una actitud crítica y cuestionante que pone en
evidencia el error de Descartes al afirmar que éste se quedó encerrado en un
subjetivismo. Al igual que Blas Pascal, algunos dicen que tiene el mismo
pensamiento que Descartes por la semejanza de sus doctrinas, sin embargo, Blas
Pascal nunca estuvo de acuerdo con el Racionalista. Ambos discutían y peleaban.
Entre ellos siempre hubo una gran diferencia.
Empero, considero que Blas Pascal estuvo muy cerca del punto de partida
de la filosofía de Antonio Gonzales. Tal es la afirmación que hace: “El pensamiento es un instrumento de
realización personal, de salvación”. Antonio habla de una filosofía
original liberadora de muchos prejuicios, mientras que de una u otra manera
Blas Pascal afirma que el pensamiento es un instrumento de salvación. Quizás
Blas Pascal pudo haber dicho; “el acto
mismo de pensar indubitable es un instrumento de realización personal y de
salvación liberadora de los prejuicios doctrinales o sistemas filosóficas”. El
acto mismo de dudar es el primer signo que nos lleva a la liberación de
prejuicios para construir una filosofía original de carácter, como plantea
Leonardo Tovar Gonzáles, “auténtica, reflexiva y crítica”.
El
punto de partida de la filosofía es la clave para saber filosofar. Como diría
A. Gonzales; puedo dudar de todo, menos del acto mismo de dudar”. Estoy de
acuerdo con Antonio que no puedo dudar del acto mismo de dudar, pero, ¿dudar
sobre qué? Yo dudo, pero no dudo por dudar. El acto de dudar implica un objeto.
¿Cuál sería este objeto? Nadie permanece
en un acto indubitable sin tener un objeto de dubitación. Antonio no resuelve
esta interrogación. Por tanto, la respuesta la encontramos en la filosofía de
Ellacuría. Ellacuría afirma que el objeto de la filosofía es la “realidad
histórica”. Por tanto, si la filosofía original encuentra su punto de partida
en el acto de pensar indubitable, entonces, este acto indubitable tiene como
objeto la “realidad histórica”. Aunque Antonio Gonzales no esté de acuerdo con
esta afirmación. El acto mismo de dudar tiene como objeto la “realidad
histórica”. Esta realidad histórica se presenta como algo insoluble y por allí
comienza la mirada del “acto mismo de dudar”. El hombre es consciente de su
acto de dudar pero también es consciente que este acto de dudar es sobre un
objeto. Yo sé que dudo, pero por una razón. Es cierto que el punto de partida
de la filosofía radica en el acto mismo de pensar pero este acto mismo de dudar
es suscitado por un objeto incognoscible. Este objeto es la razón del acto
mismo de dudar. Este acto de duda supone
entonces la liberación de prejuicios y pensamientos apodícticos. Esta liberación sólo
es posible desde las tres vertientes fundamentales presentadas por L. Tovar
Gonzáles, a saber: autenticidad, reflexión y criticidad. Las
tres dimensiones mencionadas hacen a la filosofía librar de todos los
prejuicios del que habla el mismo crítico Antonio Gonzáles. Damos por sentado
que el punto de partida de la filosofía radica en el acto mismo de dudar. Importando,
el “acto mismo de pensar indubitable”, las tres vertientes: “autenticidad,
reflexión y criticidad, vinculadas entre sí hacen la verdadera filosofía. Por
tanto, el acto mismo de dudar del que no puedo dudar tiene como objeto la
“realidad histórica” y desde este objeto, sobre este objeto y en este objeto se
juega el papel de la autenticidad, la reflexión y la criticidad que construye y
transforma. A esto, llamo yo, la verdadera filosofía.
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