Quiero entender la Verdad de la Historia
1492
es el punto de partida con el que se abre una puerta de la historia de
América. Basándome en el texto “El encubrimiento del Otro” de Enrique
Dussel, nace la inquietud de preguntarse por la historia de nuestra
Latinoamérica. Ya en el caminar mismo de
la vida nos vamos encontrando con situaciones en las cuales se puede uno
preguntar: ¿Tomo o he tomado conciencia de lo que soy? ¿Soy consciente de lo que vivo?; la idea de
fondo que se ventila ante tales cuestionantes es ubicarse en el aquí y el ahora
de una historia. Pero, ¿qué historia?,
¿Cuál historia?
Llama
la atención que, por generaciones y generaciones, la historia sufre un proceso
de resquebrajamiento que tiene fatales consecuencias para afirmar hoy lo que es la historia original. Como un primer presupuesto, para decir y
afirmar lo que es o representa la historia hoy, es necesario tomar conciencia
de los acontecimientos y sucesos que no solo han marcado un tiempo sino la
misma existencia de personas que pueden testificar, a través del tiempo, lo que
en verdad representa un 12 de octubre de 1492.
Se puede decir que, entender la propia historia necesita un esfuerzo de
entender igualmente el contexto de la época.
Hablar de un 1492, es hablar del
inicio de la construcción de una historia que pretende ser universal anulando
al otro no solo como parte de esa historia, sino como verdad misma de la
historia que se confirma en el otro.
Aquí surge un problema y es la negación del otro como parte fundamental
de esa historia. Al negar al otro como
miembro de esa historia, se le niega la posibilidad de reconocerlo como otro,
con la misma libertad humano. El
encubrimiento del otro representa entonces el inicio de la exclusión conocida
más popularmente como RACISMO.
Se
abre una clave más en la historia, es el hecho de que cuando excluimos, asumimos
en nosotros una actitud discriminativa hacia el otro; también cuando incluimos
damos paso en nosotros algún tipo de discriminación. Ante realidades complejas hay que preguntarnos:
¿A quién incluimos? Lo cierto es que la
historia se va dando ahí donde las situaciones de la vida se confrontan entre
sí. Solamente en las situaciones
encontradas entre sí podemos formar una conciencia de la propia historia.
Juzgo
importante que, a la luz de los hechos históricos me debo presentar como
ignorante de esa historia para hacer un estudio libre de prejuicios. La Historia no es un “como me lo contaron, te
lo cuento”. La historia son hechos
concretos, en un tiempo-espacio y con
personas concretas.
El
problema de fondo, el que trato de reflexionar, no es la historia en sí sino la
interpretación de esa historia. Una
pregunta que me ha surgido es ¿Hay conciencia histórica en mí? Creo que puedo responder en la medida en que
reconozca que soy historia particular y formo parte de una historia
universal.
Tratando
de aterrizar un poco en la realidad compleja de la historia es preciso que se
vaya ventilando el significado de lo propio y también la posibilidad de que
tengamos acceso a una historia original.
Esto equivale a decir que, la
historia impuesta necesita ser confrontada con la otra cara de esa supuesta
verdad. Lo propio es entendido entonces
como lo que corresponde a una realidad cultural en la cual está encarnada la
esencia y originalidad del hombre latinoamericano.
La
historia ha sufrido mucho la manipulación de elites que persiguen, aún hoy
mismo, la anulación total o parcial de lo que representó para América
1492. Con banderas de progreso y
desarrollo pero con el fondo de explotación y esclavitud, fuimos conquistados e
invadidos no solo por países, sino por corrientes de pensamiento que hasta el
día de hoy tratan de anular la capacidad que hay en el hombre/mujer
latinoamericanos de responder con la expresión real de lo que fue el supuesto
descubrimiento. Para los europeos 1492
representa la salida de la ignorancia de América Latina.
Tratando
de entender a Dussel se podría afirmar
que la historia la vamos a entender cuando tengamos conciencia de ella.
Juzgo
que es necesario dejar ya la infancia y adolescencia y tomar con madurez adulta
el que debemos conocer la verdad de la Historia, no como me la contaron, sino
como es. No podemos hoy quedarnos
mirando hechos o acontecimientos pasados que, aunque marcaron la vida y el
destino de nuestros pueblos latinoamericanos, no son la última palabra en miras
a un progreso y desarrollo. Somos una
riqueza no solo cultural, también hay la capacidad de producir pensamiento
propio.
El
problema de fondo ante la negación de una historia propia es evidente, cada día
los jóvenes suspiran por culturas foráneas, haciendo a un lado todo el cúmulo
de riqueza autóctona y cultural que nos
identifica como pueblo. La negación de
una historia “propia” sigue siendo clara y marcada en la realidad que nos
interpela. Para poner un ejemplo: Hoy es
más fácil encontrar gustos en los jóvenes, en cuanto a la música, de cantantes
extranjeros y su música, que identificarse con el autóctono sentimentalismo de
las notas de la Marimba. Con estos problemas de fondo, aún sigue viva la
inquietud de decir: “Quiero entender la verdad de la historia”.
Es
necesario tratar de rescatar la verdadera cara de nuestra identidad, a la que
han tratado de anular por años y años.
La historia no miente, son las interpretaciones de la historia las que
nos pueden llevar por caminos equivocados que nos hagan caer en la negación de
una verdad propia y original.
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