He esperado hasta hoy domingo
para responder estos comentarios, que sin duda, leyéndolos detenidamente veo
unos que me parecen muy acertados. Ante todo yo no he pretendido en este
escrito justificar ni defender ninguna postura. Historia es historia, y eso no
se puede cambiar. Lo triste, a mi modo de ver y aprovechando la libertad de la
temática y por ende de pensamiento, es la forma cómo la historia puede ser
interpretada a conveniencia de cada quien, ya sea por ideologías, pensamientos
tan dogmáticos o falta de criterio, ya que no cabe en su cabeza el ilustrarse,
buscar información aparte del material dado en clase, pensar que ese material
lo es todo y por tanto se dejan influenciar por lo que otros creen y no por lo
que cada uno de ustedes piensa o ha vivido. A lo mejor no todos estén de
acuerdo conmigo pero creo que hay libertad de pensamiento y no solo voy a
apoyar un tema por aumentar la calificación o causar polémica, sino por
cuestión de criterio personal.
Sin duda alguna que como miembro
de una institución religiosa católica, como lo es la Orden Franciscana, con más
de 800 años de existencia y 500 de presencia en América, es mi deber ser
autocrítico con la historia de mi familia, es decir de la misma Orden. Lo asemejo
al árbol genealógico familiar. No todos nuestros ancestros han hecho todo
bueno, pero tampoco voy a pasar viéndoles el lado negativo y el mal que
hicieron o permitieron hacer en la historia. Ese es uno de los motivos por los
cuales no nos descolonizamos. Tristemente pasamos observando las fatalidades de
la historia, de la sociedad, del mundo globalizado. Lo vemos, lo condenamos, y
pensamos que con hacer eso ya nuestro pensamiento ha evolucionado y somos
personas con criterio. Mucho se ha dicho que los mayas no salen de su forma
sometida de pensar, pero si nosotros seguimos sometiéndonos entre nosotros:
¿Cómo vamos a progresar?
Apelo también, hablando en
términos históricos, a la labor humanística de los frailes, la cual brevemente
expuse en el escrito anterior. Al hablar
de misioneros, me expando, aparte de los franciscanos, a los dominicos,
jesuitas, mercedarios, agustinos y carmelitas. Cuando dije que si los
misioneros no hubiesen venido, las cosas serían diferentes, me estaba
refiriendo a toda esta gama de religiosos que de una u otra forma impusieron el
cristianismo en estas tierras. Tristemente vemos solo el lado negativo de su
labor. A pesar que eran muchas Órdenes religiosas, cada una tenía su propio
carisma, por tanto, no podemos decir que todas eran iguales en sus métodos de
enseñanza y sobretodo en su economía de sostenimiento. Habrá algunos que se
dedicaron a la enseñanza, otros a las artes manuales, otros a promover
devociones populares y otros que con su forma pobre de vivir se entremezclaban
entre ellos. Unos fueron más aceptados que otros. Otras habrán sido más
influyentes ante la corona y por tanto más reconocidos. Sin duda la gran mayoría de medios de
evangelización no fueron los correctos, sin embargo aún en día, en el caso de
nosotros los franciscanos que seguimos siendo la Orden más numerosa de la
Iglesia, de Guatemala y aun nos mantenemos y luchamos por seguir apoyando como
misioneros algunas zonas del Quiché y Cobán, estamos tratando de replantear
cada presencia y los métodos utilizados actualmente. Muchas veces me he
preguntado, sobre todo al estar viviendo en esas zonas, ¿Qué derecho tenemos de
estar allí? Es conflictivo. Pero también rescato el valor de tantos frailes que
han dejado su vida en esas zonas. Muchos de ellos asesinados. Unos por los
mismos indígenas y otros en el tiempo de la guerra, al resistirse a abandonar a
la gente.
Como dije en el escrito anterior, quizás algunos que nunca han ido por tiempo prolongado al Quiché a trabajar pastoral o humanitariamente, que solo ven la realidad desde fuera, hacen experiencias escuetas de misión, que se acomodan a las realidades de las grandes urbes, no estén muy de acuerdo con este escrito. Para mí en lo personal, sí salió algo bueno y sigue saliendo. Ha salido el esfuerzo y entrega de tantos frailes que a lo largo de 500 años nunca han dejado Guatemala, a pesar de la exclaustración y el odio anticlerical vivido en el siglo XIX. Sigue saliendo el deseo y la pasión de frailes jóvenes, que queremos y estamos luchando por crear una nueva misión en Chajul, a pesar de los retos e incomodidades que esto conlleve. Sea como sea, luchamos por lo que creemos un valor. Quizás para otros no lo sea, para nosotros, como forma de vida, vivir el evangelio encarnándolo en las realidades más vulnerables, es una opción preferencial. ¡Que diferente seria la vida religiosa!, si todos nos desacomodáramos y lográramos inculturarnos, sin imponer, sino con el deseo de la paz y hacer el bien en los lugares más retantes.
Como dije en el escrito anterior, quizás algunos que nunca han ido por tiempo prolongado al Quiché a trabajar pastoral o humanitariamente, que solo ven la realidad desde fuera, hacen experiencias escuetas de misión, que se acomodan a las realidades de las grandes urbes, no estén muy de acuerdo con este escrito. Para mí en lo personal, sí salió algo bueno y sigue saliendo. Ha salido el esfuerzo y entrega de tantos frailes que a lo largo de 500 años nunca han dejado Guatemala, a pesar de la exclaustración y el odio anticlerical vivido en el siglo XIX. Sigue saliendo el deseo y la pasión de frailes jóvenes, que queremos y estamos luchando por crear una nueva misión en Chajul, a pesar de los retos e incomodidades que esto conlleve. Sea como sea, luchamos por lo que creemos un valor. Quizás para otros no lo sea, para nosotros, como forma de vida, vivir el evangelio encarnándolo en las realidades más vulnerables, es una opción preferencial. ¡Que diferente seria la vida religiosa!, si todos nos desacomodáramos y lográramos inculturarnos, sin imponer, sino con el deseo de la paz y hacer el bien en los lugares más retantes.
Solamente a manera de respuestas
a algunos comentarios suyos: en América del Sur llegaron los jesuitas, pero
medio siglo antes ya estaban los franciscanos presentes, y sobre el tema del
genocidio, faltaría que te informaras bien sobre el significado de la palabra
genocidio y su contenido.
Concluyendo: yo no estoy negando
que haya habido frailes genocidas, pero como el tema lo indica: ¿será que salió
algo bueno?, tampoco quiero forzarlos a pensar como yo. Queda a libertad
personal. Solo sería bueno que al momento de responder tratemos de hacerlo
informados sobre varias fuentes, de varias interpretaciones, y desde un
criterio social y religioso, ya que la mayoría de ustedes son aspirantes a la
vida religiosa, amplio y abierto.
Les dejo la siguiente bibliografía
y la invitación a que visiten la Biblioteca de la Universidad San Carlos de
Guatemala y el archivo provincial de los franciscanos en Centroamérica, donde
encontraran suficiente información
respecto a estos temas.
Sepúlveda, J.
Demócrates segundo o De las justas causas de la guerra contra los indios
H,
Pérez. Breve Historia de Centroamérica.
Madrid:
Alianza, 2010
Errasti,
M. América Franciscana.
Chile,
Cefepal, 1986.
Los Franciscanos en América, varios autores.
C. Sta. María de Guadalupe, 1997. Curia Provincial de México.
Arcila Robledo, G. La Orden Franciscana en América
Meridional.
PUA, Roma, 1991.
Ferro, M. La colonización, una historia global.
S. XXI, México, 2000
Alvarado, Manuel ¿Genocidio o crímenes de lesa
humanidad en Guatemala?
Ensayo Final de Lógica, Dr. Marlon Urízar.
URL, 2013.
Espero sus comentarios, saludos.
Muy buena réplica, aclaratoria, bien pensada, debidamente apasionada, pero con medida. Es el punto del pensamiento crítico: no criticar y destruirlo todo, sino revisar, en este caso la historia, de la forma más objetiva y plural posible, para discernir lo bueno y lo malo, las causas y los efectos, etc. Todo ello con la mira puesta al futuro y al presente, a cómo asumirnos y caminar hacia adelante, mejorando lo que podemos, tomando nota de nuestros problemas para resolverlos y de nuestras virtudes para potenciarlas. En fin, felicitaciones. Y gracias, claro.
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