Hablar de nuestra América es algo
que siempre va a cuestionar la historia y en especial los efectos de ella. Somos
el fruto de una conquista, de un choque de culturas, y esto en ocasiones nos
beneficia y en otras nos limita grandemente. La colonia ha estado con nosotros
y lo seguirá estando, aunque exista la supuesta independencia de España, aunque
seamos república. Si no se hace conciencia de nuestro verdadero valor como hijos
de una madre tan herida, profanada, utilizada, no sabremos cuánto en realidad
nos sentimos parte de esta realidad y contexto en el que vivimos. Hoy en día es común encontrarnos mentalidades aquí
en América con una influencia excesivamente europea. Nuestros jóvenes van formándose
al estilo colonizador y desvaloramos la gran riqueza que hay aquí, lo que nos
ofrece nuestra América.
Hay una fuerte tendencia a
considerar lo de fuera como mejor que lo nuestro, a menospreciar nuestro pensamiento,
cultura, contexto, orígenes, realidades. Todo esto, fruto de una invasión que,
aunque inició hace más de quinientos años, sigue vigente en nuestros días. Fácilmente
nos vendemos al mejor postor. Salimos de España para caer en Estados Unidos o
dictaduras socialistas. Lo difícil no es vivir así, lo difícil es que pasaran
varias generaciones, épocas, y nuestra América seguirá vendiéndose, ofreciéndose.
Y nuestra América somos nosotros. Es necesario crear, formar nuestro propio
pensamiento, atrevernos a perder el miedo. Nuestra América se ha dejado imponer
sistemas que la siguen explotando, asesinando y corrompiendo. Son sistemas que
sobreviven por encima de ella. Como dirá Martí: no podemos ser el pueblo de
hojas, que vive en el aire. Es necesario buscar nuevas formas, nuevos sistemas
que nos lleven a generar nuestro propio pensamiento.
Una experiencia que viví en Italia, el año
pasado es que muchas personas me preguntaban mi lugar de origen, al
responderles El Salvador, me evocaban la figura de Monseñor Oscar Arnulfo
Romero, y lo hacían de forma admirable. Yo reconocí que hasta entonces la
figura de este hombre pasaba casi desapercibida en mi pensamiento, quizás porque
no era europeo o no le había puesto atención. Mentalidad con influencia
extranjera. De igual forma es triste
encontrar personas como el columnista Martin Banús, que se dedican a
desvalorizar nuestra América con argumentos racistas totalmente fuera de lugar.
¡Amemos a nuestra América y no la sigamos destruyendo ¡.
Bibliografía.
Martí,
J. Nuestra
América; La Revista Ilustrada de Nueva York, 1981.
Martin
Banús. (2014). El indígena feo. La hora, 24.
Estoy de acuerdo contigo Fray, aunque Zea cuando describe en la filosofía el mejor conocimiento se da cuando tanto antropología y en la historia nos estudiemos a nosotros mismo y no se vea lo malo, sino que también lo bueno de nuestra historia.
ResponderEliminarEl Ariel de Rodó, hace énfasis que le joven debe buscar de darle gusto a la historia para identificarse con ella y así poder decir sin pena lo orgulloso de ser latinoamericano, rica en historia y cultura, eso le llamará él "el buen gusto" en el sentido intelectivo.