lunes, 10 de octubre de 2016

ANTONIO CASO
Como sabemos, Antonio Caso es una de las figuras máximas de la filosofía mexicana contemporánea. Fue uno de los fundadores del “Ateneo de la Juventud”(una asociación civil mexicana nacida el 28 de octubre de 1909 para trabajar por la cultura y el arte, organizando reuniones y debates públicos). Fue también rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (1920-1923) y le preocupó interesantemente el destino de su patria, a la que dedico muchas páginas. Nació Caso en la ciudad de México en 1883, donde murió en 1964. Su padre fue un ingeniero con principios liberales y científicos. Su madre era católica y le marcó fuertemente sus concepciones religiosas y morales, mismas que repercutieron enormemente en sus ideas filosóficas y políticas. No obstante, rechazó los dogmas de la Iglesia. Él mismo señaló que no era católico, ni protestante, sólo cristiano. En 1921 declaró lo siguiente en una entrevista en Lima, Perú: “Soy cristiano y devoto del Evangelio; no me refiero a ninguna Iglesia ni a ninguna comunión. Estudio en la Escuela Nacional Preparatoria y se graduó de abogado en la Escuela de Jurisprudencia. Desde 1910 se dedicó a la docencia y a los treinta años fue Director de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional. Cuando él cultivaba la filosofía se requería vocación auténtica y espíritu de sacrificio.
Su producción filosófica es extensa y diversa en temas y calidad: quince obras, además de muchos artículos. En algunos libros se recogen sus cursos universitarios, conferencias y artículos. En 1915 publica Filósofos y doctrinas morales, a la que le siguen otras obras de comentarios a pensadores contemporáneos.
La intensa preocupación por el país lo llevó a escribir varios libros: Discurso a la nación mexicana (1922); México y la ideología nacional (1924); Nuevos discursos a la nación mexicana (1934), apuntamientos de la cultura patria (1943). Reflexiona, a su vez, Sobre la historia universal (1923) y El concepto de la historia y la filosofía de los valores (1933), donde además expone su interpretación social del valor. Los principios de estética (1925) es también una obra sólida. 
Es difícil sintetizar su pensamiento rico, variado, que evolucionó con el tiempo. Su formación se inicia en el positivismo, al que supera bajo la influencia de Boutroux y Bergson. Influyeron también Platón, Kant, Schopenhauer y William James. Si bien estudió a los filósofos alemanes contemporáneos (Husserl, Scheler, Heidegger), no lo desviaron de su posición anterior.
El cauce profundo de su pensamiento se orienta por un espiritualismo metafísico de raíz cristiana y se expresa, principalmente, en su obra cumbre La existencia como economía, como desinterés y como caridad, publicada en 1946. Concibe ahí al hombre como una realidad espiritual que supera a la naturaleza.

Su antropología filosófica va unida a una concepción ética de la vida. El hombre está requerido por diversas actividades. La más baja es la económica, instrumental y utilitaria, que se rige por el principio de la eficiencia: “Máximo provecho con mínimo esfuerzo”. El desinterés representa la segunda etapa de tipo estético, por último se halla la caridad, que representa “la experiencia fundamental religiosa y moral” apoyada en el sacrificio y el amor. Se sintetiza en la norma: “haz al prójimo más de lo que desearías que el prójimo hiciera por ti”. Si bien dedicó su vida a la filosofía, sostuvo con la palabra y la conducta que lo más importante es cultivar el saber para vivir.

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