Por: Luis René Sandoval Quinteros
El pensamiento latinoamericano ha reflexionado
desde muy antiguo sobre los fenómenos y la forma en que estos afectan a las
distintas culturas. En los registros más antiguos, como los códices, aparece el
registro de distintos hechos naturales. Estos hechos son atribuidos a fuerzas
superiores al hombre y que son llamadas “dioses” al equipararlas con el término
de la tradición filosófica occidental.
Estas
fuerzas, en el pensamiento Náhuatl, están dominadas y guiadas por una fuerza
suprema que es también el sembrador del hombre en la tierra: “Dice el Señor
nuestro, Tloque Nahuaque, que es Noche y Viento, aquí habréis de vivir, aquí os
hemos venido a sembrar, esta tierra os ha dado el Señor nuestro…” (Filosofía
Nahuatl, pág. 277).
En
textos importantes de otras culturas latinoamericanas, tales como el Popol Wuj
de los maya-quichés o la recopilación de textos llamada Chilam Balam, también
se hace referencia a una fuerza superior que es comprendida como “padre” y
“madre”.
La
concepción dual, presente en todas estas culturas, hace referencia al hecho
natural de la noche y del día como manifestaciones de esta divinidad o fuerza
superior en su cara femenina y su cara masculina. Esto, a mi interpretación,
quiere decir que las fuerzas superiores actúan rigiendo los hechos naturales y
también sobre estos.
Llama la
atención cómo se presentan estas energías con características humanas, incluso
con la capacidad de errar (se equivocan en la creación del hombre).
Casi
todas las culturas latinoamericanas presentan una fuerza mayor que forma
primero un hombre imperfecto y luego de deshacerlo, forma uno definitivo que
tiene todas las características humanas. Este hombre definitivo es el encargado
de alimentar a esta energía con sus ofrendas y sacrificios. De igual forma son
alimentadas todas las otras fuerzas menores que, según las distintas
concepciones, necesitan estar alimentadas para evitar las catástrofes
(ciclones, terremotos y otros hechos de la naturaleza) de las fuerzas que ellas
rigen. Estas catástrofes son
relacionadas con la actitud humana de enojarse que generalmente se atribuye al
no agrado de la ofrenda presentada.
El gran
señor Tloque Nahuaque, del pensamiento Nahuatl, tiene una cara masculina que
rige le día y una cara femenina, de gran señora, que rige la noche. Esta es una
fuerza o divinidad suprema que habita más allá del cielo. Esta visión de fuerza
única es heredada al pensamiento teotihuacano y al mundo tolteca. Esta concepción no impide la existencia de
otras fuerzas menores que rigen los hechos de la naturaleza.
Es interesante
tomar en cuenta que una época de la vida del hombre está regido e influenciado por
ciertas fuerzas y luego su influencia desaparece. Hay fuerzas que se contagian
y manejan al hombre, lo sobrecogen y abruman. Incluso existe una fuerza
personal que rige a cada hombre (es el caso de los nahuales mayas), una especie
de “dios personal”. Esto indica que existe una pluralidad de fuerzas en las
distintas concepciones y estas limitan el poder del hombre.
Podemos
llamar original al pensamiento incaico ante los demás pensamientos principales
latinoamericanos ya que la divinidad o fuerza única es muy parecida al Dios
cristiano. Es “padre” “madre” bueno que se preocupa por sus creaturas. También,
al igual que nuestro Dios, es todo poderoso y tiene una faceta
desconocida.
En el
siguiente texto, escrito en castellano antiguo y presentado de forma literal,
podemos ver la concepción de este “dios”:
“…Viracocha
entre los antiguos Yngas fue (y a sido) nombre de grandíssima excelencia en
tanto grado que quando se cayó en la cuenta de que auía en el Cielo un
universal y todopoderoso movedor, y causa de las demás causas…” (Rivara, 139).
Al
analizar todos los textos propuestos para lectura sobre el pensamiento Inca,
Nahuatl y Maya, concluyo la presencia de una energía superior a todas y que es
responsable de la creación del hombre. Únicamente los Nauas comprenden a esta
fuerza o divinidad como todopoderosa y causa de todo. Aquí estriba la
diferencia de la concepción cristiana de la divinidad, las distintas
concepciones no incaicas y las concepciones griegas tradicionales.
La
divinidad Omeoteotl o Tloque Nahuaque en el pensamiento Nahuatl aparece muy
relacionada con el mito de las edades o de los soles que mueren y nacen. Esta divinidad se presenta y actúa en los
distintos planos superiores e inferiores y en el mundo con sus diversas
orientaciones. Actúa en el tiempo y rige este al desarrollar las eras
calculadas en cada calendario.
En
conclusión, todo hecho natural que se presenta en la vida de las culturas
latinoamericanas, es entendido como acción de las distintas fuerzas que rigen
nuestro mundo. Nuestro Dios cristiano, el único y verdadero, tiene diferencias
sustanciales con estas fuerzas que, según el pensamiento latinoamericano, rigen
nuestro mundo.
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