Por: José Abac
Hace algunos días tuve la oportunidad de estar
presente en la conferencia “Theologia Indorum”, recordando
que este “título latino es el de una de las obras más voluminosas que escribió
fray Domingo de Vico, alrededor de 1545 en K’iche’ con caracteres latinos”[1].
Dicha conferencia tenía como finalidad presentar
el estudio paleográfico y de traducción de la obra “Theologia Indorum” de parte
del
Instituto de Lingüística e Interculturalidad, de la Universidad Rafael
Landívar. Basándome en dicha presentación, específicamente en los
comentarios que fueron surgiendo, me atrevo a retomar el tema desde la visión del
≪diálogo intercultural≫. Para ello, se necesario contextualizar el planteamiento
y de describirlo desde el aporte de la obra “de la inculturación a la
interculturalidad” del filosofo Raúl Fornet-Betancourt.
Se debe reconocer que la obra escrita por Fray
Domingo de Vico “fue un instrumento de evangelización empleado en las Verapaces
de Guatemala y su nombre puede traducirse como ≪Teología de los Indios≫”[2]. Con ello, se hace referencia al término teológico-cristiano
de ≪inculturación≫. Fornet nos dice que:
“en el término inculturación se resume todo un programa de renovación teológica,
pastoral, litúrgica, catequética, etc. que reorienta la presencia del
cristianismo en el mundo y resignifica su tradicional sentido “misionero” al
exigirle entrar en diálogo con la diversidad cultural de la humanidad”.
Actualmente, al mundo se le tiende a caracterizar con los valores de “la pluralidad, la diversidad y la tolerancia de las diferencias”. Considero que un criterio que puede sintonizar y dar respuesta a esta realidad es el «diálogo intercultural».. Reconociendo a este diálogo desde el planteamiento de Fornet (2001), “en tanto, proceso contextual-universal de capacitación para una cultura de culturas (y religiones) en relaciones y transformaciones abiertas”[4].
Raimon
Panikkar nos dirá que la «interculturalidad»
es el “imperativo de nuestro tiempo”. Considero que el primer paso a tener en cuenta en la dinámica del diálogo
intercultural es “la renuncia”. En la obra “Theologia Indorum” hizo falta este
tipo de renuncia. En el siguiente párrafo Fornet nos presenta los rasgos
concretos de este tipo de renuncia, que pueden acoplarse a cualquier cultura y
religión en el mundo:
La
interculturalidad renuncia a
sacralizar los orígenes de las tradiciones culturales o religiosas; la
interculturalidad renuncia a
convertir las tradiciones que llamamos propias en un itinerario
escrupulosamente establecido; la interculturalidad renuncia a ensanchar las «zonas de influencia» de las culturas
en su correspondiente formación contextual; la interculturalidad renuncia a decantar identidades
delimitando entre lo propio y lo ajeno; la interculturalidad renuncia a centrar lo que cada
cultura llama propio en un centro estático; la interculturalidad renuncia a sincretizar las
diferencias sobre la base de un supuesto fondo común estable y, por eso,
también renuncia a la
teleología de la unidad sin más. [5]
Finalmente parafraseando a Betancourt, diría que “toda
religión en proceso de transformación intercultural sería una religión
constructora del amor y factor de paz en el mundo”. Este tiene que ser
el verdadero énfasis de toda obra teológica. Especialmente al retomar una obra histórica
marcada por un contexto ≪misionero de inculturación≫, como la “Theologia Indorum”.
Estos puntos se deben seguir
profundizando y retomando al momento de seguir el estudio paleográfico y de traducción
de dicha obra.
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